¿Dónde queda eso de la Latinoamerica unida?
Como dijo RA alguna vez: "Si la luna suave se deslizapor cualquier cornisa sin permiso alguno. Porque el mojado precisacomprobar con visas que no es de neptuno."
"¿La diferencia entre Erótico y Pornográfico? erótico es usar un pluma; pornografía es usar la gallina entera..."Robin Williams, en Weapons of Self Destruction
15 comentarios:
¡totalmente de acuerdo!
quizá llegue un día en el que no haya barreras y sea literalmente un mismo mundo para todos...
exacto!
Ese sentimiento tan peligro del nacionalismo extremo es la bomba de tiempo que puede hacer aún más cruel y más trágico el destino de la región.
Si bien los argentinos, por ejemplo, cuestionan la presencia de foráneos de la vecindad que van en busca de una migaja de futuro, también es cierto que he visto muchos compatriotas de Perón y Gardel buscando oportunidades por el mundo.
No necesariamente desempeñan oficios rentables. Les he visto pintando acuarelas en Mont Martre, el pequeño cerro parisino, o cantando en la Puerta del Sol de Madrid, tocando un baoneón en el Metro de NY o intrigando por un papel en una telenovela colombiana en Bogotá.
Son estas campañas xenófobas cotra bolivianos, paraguayos o peruanos las que le dan una mala imagen a Argentina: Soberbios, pedantes, agrandados... ¿Por qué asumirse de esa manera y vapulear a los más necesitados?
Conductas como esas son precisamente las que le dan a los argentinos --por unos pocos pagan todos-- la impronta de la malparidez, el orgullo infundado, la vanidad rampante, y en general, la condición de hijos de puta.
"¿A quién le han ganado?", se ha preguntado el Hemisferio a través de los tiempos. De veras, sí, ¿a quién? Háganse la pregunta, muy objetivamente, y verán que la respuesta es simple: "A nada ni a nadie".
Miren no más, que los argentinos desafiaron al Reino Unido por la posesión de Falkland Islands, y les dieron en la cabeza. Su famoso buque Belgrano, su mítica embarcación --en verdad un poco de chatarra según quedó demostrado-- se fue a pique con apenas una perqueña dosis de juegos pirotécnicos británicos. Ahí quedó plasmada "la argentinidad".
Aún así, las nuevas generaciones, alentadas por lo mediático, pretenden reivindicar aquella derrota histórica. ¿No les bastó? Si así es, definitivamente, ya no aprendieron. Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.
Ese sentimiento tan peligroso del nacionalismo extremo es la bomba de tiempo que puede hacer aún más cruel y más trágico el destino de una región que requiere, hoy más que nunca, de congregarse en una unidad monolítica, inquebrantable.
Si bien los argentinos, por ejemplo, cuestionan la presencia de foráneos de la vecindad que van en busca de alguna migaja de futuro, también es cierto que son muchísimos los compatriotas de Perón y Gardel que deambulan por el mundo en busca de oportunidades que no hallaron en su propio suelo.
Afuera, aquellos no necesariamente desempeñan oficios rentables. Les he visto pintando acuarelas en Mont Martre, el pequeño cerro parisino, o cantando en la Puerta del Sol de Madrid, exprimiendo un bandoneón en el Metro de NY o intrigando por un papel en una telenovela colombiana en Bogotá o México DF.
Son estas campañas xenófobas contra bolivianos, paraguayos o peruanos las que corroboran la mala imagen de Argentina en el planeta: Son sus hijos, soberbios, pedantes, agrandados... ¿Por qué asumirse de esa manera y vapulear a los más necesitados?
Conductas como esas son precisamente las que le dan a los argentinos --por unos pocos pagan todos-- la impronta de la malparidez, del orgullo infundado, de la vanidad rampante, y en general, la condición de hijos de la gran puta. Y ya que el vocablo termina en "uta", ojalá hubiera muchísimos con el talante de Omar Batistuta. ¡Qué deportista, qué señor!
"Y los argentinos, ¿a quién le han ganado?", se ha preguntado el Hemisferio a través de los tiempos. De veras, sí, ¿a quién? Háganse la pregunta, muy objetivamente, y verán que la respuesta es simple: "A nada, ni a nadie". ¿A quién, por ejemplo?
Miren no más, que los argentinos desafiaron al Reino Unido por la posesión de Falkland Islands, y les dieron en la cabeza. Su famoso buque General Belgrano, su mítica embarcación --en verdad un poco de chatarra según quedó demostrado-- se fue a pique con apenas una perqueña dosis de juegos pirotécnicos británicos. Ahí quedó plasmada "la argentinidad".
Aún así, alentadas por el poder y el fenómento mediático, las nuevas generaciones, pretenden reivindicar aquella derrota histórica, pero sobre todo patética y vergonzosa. ¿No les bastó la lección? Si así es, definitivamente ya no aprendieron. Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.
Ese sentimiento tan peligroso del nacionalismo extremo es la bomba de tiempo que puede hacer aún más cruel y más trágico el destino de una región que requiere, hoy más que nunca, de congregarse en una unidad monolítica, inquebrantable.
Si bien los argentinos, por ejemplo, cuestionan la presencia de foráneos de la vecindad que van en busca de alguna migaja de futuro, también es cierto que son muchísimos los compatriotas de Perón y Gardel que deambulan por el mundo en busca de oportunidades que no hallaron en su propio suelo.
Afuera, aquellos no necesariamente desempeñan oficios rentables. Les he visto pintando acuarelas en Mont Martre, el pequeño cerro parisino, o cantando en la Puerta del Sol de Madrid, exprimiendo un bandoneón en el Metro de NY o intrigando por un papel en una telenovela colombiana en Bogotá o México DF.
Son estas campañas xenófobas contra bolivianos, paraguayos o peruanos las que corroboran la mala imagen de Argentina en el planeta: Son sus hijos, soberbios, pedantes, agrandados... ¿Por qué asumirse de esa manera y vapulear a los más necesitados?
Conductas como esas son precisamente las que le dan a los argentinos --por unos pocos pagan todos-- la impronta de la malparidez, del orgullo infundado, de la vanidad rampante, y en general, la condición de hijos de la gran puta. Y ya que el vocablo termina en "uta", ojalá hubiera muchísimos con el talante de Omar Batistuta. ¡Qué deportista, qué señor!
"Y los argentinos, ¿a quién le han ganado?", se ha preguntado el Hemisferio a través de los tiempos. De veras, sí, ¿a quién? Háganse la pregunta, muy objetivamente, y verán que la respuesta es simple: "A nada, ni a nadie". ¿A quién, por ejemplo?
Miren no más, que los argentinos desafiaron al Reino Unido por la posesión de Falkland Islands, y les dieron en la cabeza. Su famoso buque General Belgrano, su mítica embarcación --en verdad un poco de chatarra según quedó demostrado-- se fue a pique con apenas una perqueña dosis de juegos pirotécnicos británicos. Ahí quedó plasmada "la argentinidad".
Aún así, alentadas por el poder y el fenómento mediático, las nuevas generaciones, pretenden reivindicar aquella derrota histórica, pero sobre todo patética y vergonzosa. ¿No les bastó la lección? Si así es, definitivamente ya no aprendieron. Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.
Carece por completo de sentido que los comentarios hechos aquí estén condicionados a la aprobación del titular del blog. Eso tiene un nombre. CENSURA. Lo cual sugiere, obviamente, que es mejor escribir desde un espacio propio. Yo también tengo mi blog. Bien difícil es que alguien cualquiera, al azar, dé con un blog. Y cuando de pronto un forastero como yo llega de casualidad, se ve enfrentado a la CENSURA. Siendo así, más bien continúo con mis blogs, donde puedo expresarme a mi antojo. ¡Cómo debe ser! Por lo demás, quédense con su blog y léanlo ustedes mismos. Ciao. oswaldpanzutto@yahoo.com
Luna de Abril: Coincido con varias cosas de lo que escribes, lo que no me queda claro es el último párrafo:
"Aún así, las nuevas generaciones, alentadas por lo mediático, pretenden reivindicar aquella derrota histórica. ¿No les bastó? Si así es, definitivamente, ya no aprendieron. Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla."
Qué implica reivindicar aquella derrota para Usted?
Sabe usted lo que implicó la guerra de Malvinas para toda una generación de jóvenes que no tuvo otra opción que ir a pelear una guerra que NO había armado?
Me gustaría q se explique, asi zanjamos cuestiones que quizá sólo se deban a un malentendido.
Saludos!
Señor/a Anónimo, pido mil disculpas por esto. A Luna de Abril también.
Esta era la única forma q encontré, dado mi poco manejo tecnológico de algunas herramientas informáticas, para saber cuándo alguien escribe en este blog, casi abandonado por cierto, y así poder contestar.
La moderación no es para censurar, y vuelvo a pedirle disculpas, sino para saber. Nada mas. Quizá existe hoy una herramienta q me diga cuándo alguien escribe comments, pero en aquella época, no, así q recurrí a esto.
Espero no vuelva a ocurrir. Lo Saludo Atte, y ya me pongo a escribirle un e-mail.
Doy respuesta a dos preguntas formuladas en este lugar.
A la primera, sobre el "poco manejo tecnológico de algunas herramientas informáticas", debo contestar:
Una manera de permitir la publicación directa de comentarios de los lectores es la siguiente:
1. Ir a “CONFIGURACIÓN”.
2. Hacer clic en COMENTARIOS.
En "COMENTARIOS" hay un ítem que plantea las siguientes opciones:
-Cualquiera - incluidos los usuarios anónimos
-Usuarios registrados - incluido OpenID
-Usuarios con cuentas de Google
-Solo los miembros de este blog
3. De las anteriores, la opción para recibir comentarios provenientes de cuentas conocidas desde blogs de Google (si así se desea) pudiera ser la tercera. Por supuesto, también puede tomarse la primera opción (CUALQUIERA que desee depositar sus comentarios, incluidos ANÓNIMOS).
4. Hacer clic en GUARDAR CONFIGURACIÓN (que aparece en la parte inferior de la página).
Una vez hecho el procedimiento anterior, se puede tomar la opción SALIR, O, si se desea, realizar otras tareas a que haya lugar.
En otro tema, el relacionado con mi comentario "Aun así, las nuevas generaciones, alentadas por lo mediático, pretenden reivindicar aquella derrota histórica. ¿No les bastó? Si así es, definitivamente, ya no aprendieron. Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla", me explico:
En efecto, y viéndolo desde la perspectiva internacional, me fundamento en múltiples y muy diversas fuentes, para entender que en Argentina persiste el sentimiento —sobre todo nacionalista— de que las islas en disputa con la Gran Bretaña son legítimamente suyas. No voy a entrar en esa controversia, pues no soy docta en la materia.
Dicho sentimiento ha sido alentado desde la política en los tiempos de la dictadura militar, que necesitaba exaltar y promover el nacionalismo alrededor de las Islas, como objeto distractor o mitigador del tenso clima interior. Había que aglutinar a los argentinos en torno de una causa, sin importar que se tratara de un desafío suicida, cual era enfrentar a la bélicamente favorita y todopoderosa armada británica. Así apuestan las dictaduras. Perdida la guerra, el infausto protagonismo de los héroes y los mártires argentinos fortalecía a los generales en el poder.
Con el tiempo y con la anuencia y muchas veces con la propia intervención de los medios —tal como se hace con la proverbial idealización de Gardel, Evita, Maradona o con los Kirchner— nuevos vientos nacionalistas han vuelto a tratar de reivindicar la causa argentina sobre el territorio insular recuperado por las fuerzas inglesas.
¿A qué se le apuesta ahora después de tan trágico desenlace bélico? En fin, todo esto tiene una lectura cuyas conclusiones, naturalmente, no caben en este espacio. Es evidente que una cosa piensen los argentinos, con la mano en el corazón, y otra cosa muy distinta visualicemos los espectadores o terceros en el devenir de esta historia.
Mis disculpas porque los comentarios de la víspera hayan aparecido repetidos. Eso se explica en que al dar “Enter” para “publicar”, parecía en vano mi intento. Gracias. Por la atención a mis kilométricas y todavía superfluas consideraciones. Ante todo, no he querido mortificar, ofender ni nada que se parezca. Es con todo respeto. Se requiere mucho espacio y mucho tiempo para ampliarlas y sustentarlas.
¡Mucha suerte!
Saludos.
Si a usted le robaran algo, es mas que lógico que intentaría recuperarlo.
Estoy totalmente de acuerdo con el USO que se le dio a este tema en la década de los ´80. Una dictadura, la mas cruel de la historia Argentina, utilizó el tema de la INDISCUTIDA soberanía Argentina sobre las Islas Malvinas, para beneficio propio y para poder ocultar las atrocidades que venían cometiendo y los desmanes económicos, sociales y políticos cometidos por ellos mismos.
Ahora, creo que usted tiene un problema con su percepción sobre los argentinos. NO todos son arrogantes, soberbios, xenófobos. Es por esto que he escrito esta reflexión llamada "de legales e ilegales", para dar cuenta de la incongruencia de un cierta parte de la población argentina al respecto del tema, pero, reitero, no todos los argentinos tienen el mismo problema.
Una sugerencia: Si va a hablar de temas sensibles a la idiosincrasia de un país, como es el caso Malvinas en Argentina, al menos tómese el tiempo de entender un poco la cuestión histórica.
No recomendaría tomar este tema de Malvinas a la ligera, ya que es sin duda parte de nuestro territorio nacional, y todos los argentinos esperamos que POR VIA DIPLOMATICA algún día, Gran Bretaña se siente a negociar su retirada de las Islas, ya que NO le pertenecen. Nunca les pertenecieron, sino que fueron vilmente robadas por el Imperio Británico a la Nación Argentina, que reitero, NO todos sus habitantes son pedantes, arrogantes, xenófobos.
La saludo Atte, y espero se pase alguna vez mas por este humilde blog.
P.D: Voy a cambiar esa configuración, así la gente ya no se queja.
PARTE I
Dado que la capacidad del buzón para comentarios no permite excederse de los 4.096 caracteres, voy por partes.
Creo que el clima de este casual y fugaz encuentro iba subiendo de tono en cuanto en Ud. tocó fibras de la entraña personal, que son, obviamente, parte integral de la nacionalidad, de la identidad, del sentido de ser y de pertenecer a un país. Eso está perfectamente claro.
En primer término, en cuanto al litigio por las islas, he tenido la prudencia y el cuidado suficiente de afirmar que no soy docta en la materia, como queda consignado en mi anterior comentario. Lo cual, por supuesto, no me hace ajena al conocimiento histórico y ni a la documentación que tengo para conocer el problema a fondo.
Precisamente por estas y otras razones discrepo de su sugerencia sobre “Si va a hablar de temas sensibles a la idiosincrasia de un país, como es el caso Malvinas en Argentina, al menos tómese el tiempo de entender un poco la cuestión histórica”. En verdad, mi actividad profesional es la investigación en el campo de la documentación para medios académicos, editoriales y de comunicación.
Valga la ocasión para mencionar mi vocación democrática, que me es por principio y tradición, y mi férreo espíritu americanista, que me ponen del lado contrario a la actitud colonialista e intervencionista de las grandes potencias. En fin, es este un tema bien vasto y profundo que merecería otra oportunidad.
Por otra parte, no puedo dejar de relacionar mis estrechos vínculos con países como Argentina, al que conozco, tanto desde la distancia como desde la presencia misma, ya por razones de turismo, como de mi trabajo. Y algo aún más trascendental y significativo: Tengo viejos y apreciados amigos en Buenos Aires y en La Plata. Son nexos tan fuertes, que datan de hace más de dos décadas.
Mal haría, pues, en desdeñar gratuitamente los valores de su gente. Inclusive, son muchos los argentinos que he recibido en casa. Ya porque somos colegas, ya porque algún amigo de Buenos Aires me ha pedido atenderlos o conocerlos… Lo cual hago con natural entusiasmo. ¿Estamos?
Pese a lo anterior, en lo que sí tenemos visiones bien diferentes, con seguridad irreconciliables, es en la percepción bastante general –no estoy totalizando— que se tiene de los argentinos en muchos rincones del entorno, desde México hasta Chile. Ignoro qué o cuánto al respecto puedan pensar italianos, españoles, franceses, rusos o chinos. ¡Imposible saberlo! Tampoco importa, ¿verdad?
PARTE II
Veamos: La FIFA tiene un raking para clasificar a sus equipos. Guiness Records maneja sus listados sobre eventos superlativos y marcas extremas. Miss Universo elige a la que una organización considera “la mujer más bella” del planeta. Son parámetros ya formalizados, instituidos, comercializados, publicitados, generalmente aceptados, y hasta apetecidos, no obstante que sus criterios o sus métodos puedan parecer o resultar discutibles. ¿OK?
Al mismo tiempo, y de manera obviamente no oficial, existen otros escalafones internacionales, eso sí de percepción. Por ejemplo, la organización no gubernamental “Transparencia Internacional” califica a los países más corruptos. Sus criterios se fundamentan, precisamente, en estudios de percepción, de acuerdo con ciertos patrones, estudios y análisis. Y así, hasta el infinito, podríamos citar aquí a una serie de entidades y de organismos que califican la pobreza, la expectativa de vida, el respeto o la violación de los Derechos Humanos, las mejores ciudades para vivir, dónde está la gente más feliz de la Tierra, etc. ¿Vamos bien?
Ahora: ¿A quién le gusta que hablen mal de su país? ¿A quién? ¡Por favor! Pregunta, de veras, bien tonta, para una respuesta bien obvia.
Tanto como no hay una entidad reguladora o autorizada científicamente que registre a los más simpáticos, a los más populares o a los más odiados entre los ciudadanos del mundo –cosa naturalmente imposible-- aquí debo decir que es absolutamente indispensable vivir fuera de Argentina, para percibir a los argentinos desde la perspectiva exterior.
¿Cómo pueden, por ejemplo, los mexicanos, saber sobre la percepción que de sí tienen otros pueblos, si no es desde el extranjero? Desde luego, la pregunta no se resuelve “poniéndose la camiseta” (“remera” para los argentinos, “playera” para los mexicanos, etc.) ni invocando el patriotismo, ni la solidaridad, ni el paisanaje, como mal pudiera entenderlo el corazón. Así, ¿cómo puedo yo, desde las cuatro paredes de mi habitación, de donde nunca salgo, saber qué percepción hay sobre mí en el barrio?
Ni más faltaba, aquí no se trata de elaborar juicios de valor. ¿Quién está para juzgar a quién? ¡Nadie! Valido mi tesis –ni siquiera es una teoría— fundada en un consenso referenciado en muchas partes, pero también en cuanto leo, miro, conozco, escucho, vivo, viajo, experimento, etc.. Y es así como estoy en capacidad de sostener que la percepción que se pueda tener sobre los argentinos más allá de sus fronteras no es la mejor. ¿Qué sentido tendría decirlo, cuando tengo tantas amistades argentinas y aprecio bastante tantas cosas de su país?
PARTE III
Y la percepción sobre los argentinos no es la mejor, simplemente porque así lo concibe una bien significativa franja del espectro, al menos en el Continente. ¿Qué podemos hacer contra la evidencia? ¡Mis disculpas! Una búsqueda acerca del tema en Internet –en verdad no creo que haya documentación al respecto en ninguna biblioteca en particular— podrá dejar en evidencia que la percepción que hay en muchos lugares de América sobre los argentinos no es la mejor. De nuevo, mis disculpas. Así como suena: No es la mejor. ¿O tapamos el sol con las manos? Por obvias razones, una discusión de esta naturaleza no puede formularse desde el amor propio o la autoestima, ni a punta de semántica. Es más: esto no es asunto que merezca discutirse.
Sólo un ejemplo —y bien elocuente— de lo que ocurre con los argentinos en muchos lugares del exterior, está en los escenarios deportivos. Un botón de muestra. Uno solo, para no ir tan lejos. Por casualidad, ¿no vio Ud. los recientes Juegos Panamericanos en Guadalajara? ¿No observó la actitud del público cuando un equipo o un deportista cualquiera de Argentina disputaba con otro, no necesariamente mexicano, cuál era la reacción anti-argentina en las tribunas? No pretenda que le diga que en todos los deportes o en todas las circunstancias los blanquicelestes recibieron rechiflas, porque hasta ese punto no voy. Pero sí, con lujo de detalles, lo vi y lo he experimentado en muchas partes, gracias a que mi carrera me privilegia con oportunidades como esa.
Ponga Ud. a jugar, por ejemplo, a Argentina vs. Brasil en Miami, San José de Costa Rica o en Quito, en el deporte que quiera, y me cuenta a quién le hinchan los asistentes. En cambio, yo sí puedo contárselo, y de modo objetivo. Y no solamente yo. ¡Cualquiera! Inclusive un argentino que lo haya sufrido como espectador o como protagonista. Esas conductas del público tienen su génesis en esa misma percepción a la que Ud. se resiste a creer. Porque —aunque no lo quiera admitir— su argumento para negarlo nace del corazón. Es más: su propia actitud ante el tema corrobora aún más mi tesis sobre la percepción de la que estamos tratando.
Ahora, nadie sindica a los argentinos de ser cortos de inteligencia, ni de gordos, ni flacos, ni de alcohólicos, ni holgazanes, ni violentos, ni tahúres, ni ladrones, ¡nada de eso! En la región, el decir popular los asocia con la pedantería, con la arrogancia, con el ego por las nubes y con todos sus derivados y afines. Hilando un poco más delgado, la creencia general --o la tendencia general, si se quiere— suele registrar que, entre los argentinos, son los porteños los campeones mundiales de la altivez, la egolatría, del desaire, de lo “agrandado” .
PARTE IV (¡UFFF!, Y FINAL)
Tan antiguos como la moda de andar a pie, son chistes como los siguientes, por cierto tan trillados, que ya ni siquiera se escuchan, pero cuyo contenido es un referente de esa misma percepción que Ud. , desde su reducto, se niega a reconocer. Por ejemplo, se dice que “el mejor negocio del mundo es comprar un argentino por lo que vale, y venderlo por lo que cree que vale”. ¿De veras, no lo conocía? ¡No puedo creerlo! Y siento muchísimo referir otro del mismo corte: “¿Saben cómo se suicida un argentino? Respuesta: ¡Lanzándose desde la altura de su propio ego!”. En verdad, no quiero parecer que me ensaño con el tema, pero termino con este otro, también bastante extendido: “Lo mejor de un tango es que en cada canción mueren por lo menos dos argentinos”.
Tal como puede observarse en la muestra casual, el denominador común está en esa percepción del ego extremado de los argentinos. No son invenciones de mi cuenta, ni cosa que se le parezca. ¿En función de qué? ¿A quién favorece eso? Pero gratuito no es. Téngalo por seguro. Por cierto, conozco argentinos que hacen broma de ello y lo aceptan. Lo cual implica un cierto nivel de tolerancia, autocrítica, madurez, mentalidad abierta, y sin duda, cierto bagaje cultural. Porque la verdadera cultura —que es universal y por lo tanto también admite la autocritica— no pelea con nadie.
Esto, reitero, no se sustenta con adjetivos superlativos, ni con defensas a ultranza, ni tampoco izando la bandera nacional lo más alto posible para que sobresalga entre las demás. Esta es una realidad incómoda, desprovista de calificativos. Sin ERUDITAS disquisiciones conceptuales, dialécticas o filosóficas. ¿Sabe? Nada de eso. Es una realidad susceptible de ser negada al libre albedrío. O de aceptarse. Cada quién tómelo como quiera y sea feliz con sus creencias y conviccines. Ni más faltaba.
El tema bien podría continuar planteándose como fenómeno cultural o sociológico, pero a estas alturas, cuando pudiera parecer que estoy tratando de vender o de imponer una idea per se, el asunto ya carece de sentido y de interés. Tampoco se trata de la palabra mía contra la suya. Espontáneo, mi propósito ha sido meramente ilustrativo.
En cuanto no se trataba de aclimatar la III Guerra Mundial, ni tampoco, la II de las Islas en el Atlántico Sur, reciba mi cordial saludo, con las disculpas por las molestias causadas por mis anotaciones y por mi intromisión en su blog. Veo, además, que puso en práctica mis recomendaciones. Me alegra.
¡Suerte!
Yo creo que estos comments merecen su propio post!! Lo podría haber llamado "respuesta a un Argentino", o algo así.
Creo igualmente que no me ha entendido del todo, o quizá, mejor dicho, que no me he expresado del todo bien.
El tema con los argentinos es harto conocido, lo de los chistes (que me causan mucha risa) es también conocido. Lo que yo quise dar cuenta es algo que usted deslizó en algún lado en sus comments: el tema de que no todo Argentino es así, es mas, el mismo tipo de argentino que se lo cataloga como arrogante, es el mismo tipo de argentino que se describe en mi post.
Ese argentino, arrogante, necio, que se cree lo mejor del mundo, es el que se queja cuando no lo dejan pasar a España y es el que se queja también de que dejemos pasar tanta gente de nuestros queridos países hermanos!! La incongruencia en persona!
Sin embargo, recalco esto, no todos los argentinos son así. Tengo el gusto de trabajar para una ONG latinoamericana que me ha dado el placer de toparme con hermanos de otros países latinoamericanos, y he tenido el placer de hacer algún viaje por América, donde me he encontrado con personas y, charla va, charla viene, hemos terminado concluyendo que NO todos los argentinos son la porquería que se dice, si bien es lo mas conocido de nuestro pueblo.
Yo creo que esto se debe a una idiosincrasia equivocada, y a un sentimiento nacional desvirtuado, planteado por un sector de la población argentina, que piensa que nuestro país es lo mejor del mundo...cuando las evidencias son claras en contrario.
Lo que yo no quiero es que usted castigue a los histriónicos cordobeses, a los pasivos santiagueños, a los secos sanjuaninos por una creencia arraigada, y con razón, en que los argentinos nos parecemos a los porteños (y tampoco a todos los porteños). En lo más mínimo!!
Y tengo evidencias, y charlas para apoyar mi caso. NO somos lo mismo!
Igualmente, reitero, coincido con usted en lo que dice: tenemos ese estigma los argentinos. A pesar de no todos ser así, sino muy por el contrario, somos gente mucho mas amena.
La saludo Atte, y reitero, debería haber hecho un post de esto.
Muchas gracias por pasarse por aquí, espero alguna vez repita su visita.
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