LA FRASE

"¿La diferencia entre Erótico y Pornográfico? erótico es usar un pluma; pornografía es usar la gallina entera..."
Robin Williams, en Weapons of Self Destruction

domingo, 14 de septiembre de 2008

La Musa. Por Alejandro Dolina (Parte V)

Mientras tanto, en Escandinavia también florecían unas ideas míticas sobre la revelación poética, que son tal vez las que más me gustan.

Entre los vikings, los asuntos de la poesía y del conocimiento estaban en manos de Odín. Ya lo conocemos a nuestro amigo del Asgard. Está sentado en su trono de mil resplandores, lleva una capa azul. Una lanza enorme, Gungir, aparece apoyada junto al trono. A sus pies descansan dos lobos, Gerin, el ávido y Freki, el voraz. Ristra y Mistra, dos hermosísimas walquirias, están pendientes del gran dios para llevarle el delicioso elixir de la eterna juventud. Dos cuervos, Hugin, es decir reflexión, y Munin, o sea la memoria, se paran en los hombros del dios y le cuentan todo lo que han visto en sus desplazamientos por los distintos mundos.

Odín poseía el saber primordial de los remotos fundamentos de las cosas. Pero sentía la invencible necesidad de ser cada vez más sabio. En una ocasión, llegó hasta Jötunheim, el país de los gigantes, donde se hallaba la fuente de Mimir, que era la fuente de la sabiduría. Odín pidió al gigante Mimir que lo dejara beber un sorbo. Allí supo que para tomar aquellas aguas había que sacrificar un ojo. Odín no vaciló: cualquier precio está bien pagado por el conocimiento.

Un día, los cuervos de Odín, que lo vigilaban todo, le contaron un episodio interesantísimo. Los enanos Fiallar y Giallar tenían un frasco de hidromiel divina al que habían añadido la sangre de Odhr, señor de toda inspiración. Esta sangre otorgó a la bebida un poder inimaginable. Los enanos le dieron el nombre de Odhraeir. Bastaba beber un pequeño sorbo para que uno quedase convertido en sabio poeta. Los enanos andaban diciendo que el pobre Odhr había muerto por exceso de inspiración.

Los enanos eran taimados y maliciosos. En cierta ocasión causaron la muerte del gigante Gilling y de su esposa. Pero esta pareja tenía un sobrino llamado Suttung, el ruidoso, que para tomar venganza apresó a los enanos y los dejó en una roca desierta en medio del mar. Ante la posibilidad de morir de hambre, los enanos prometieron a Suttung que si los sacaba de allí le entregarían un odre lleno de la hidromiel Odhraeir. Suttung aceptó y recibió el valioso odre. Después lo escondió en un monte del país de los gigantes y encargó a su hija Gunnlod la custodia de aquel tesoro.

Todo esto le contaron los cuervos a Odín. El dios marchó al país de los gigantes y después de fracasar tratando de convencer a Suttung y a toda la parentela, pasó tres días y tres noches en placentera unión con la joven Gunnlod. Terminados aquellos menesteres, Odín pidió tomar un sorbo de licor. La chica no pudo negarse y, según cuentan, los sorbos de Odín fueron tales que consumió todo el líquido de la inspiración. Después, adoptó forma de águila y salió volando. Desde entonces, Odín habla en verso.

Voy a abrir otra puerta en esta conversación, ya que estamos entre amigos. Pido permiso para hablar del amor. Y otra vez hay que empezar por los griegos.

Como ustedes saben, El banquete de Platón está compuesto por varios discursos sobre el amor, pronunciados por siete comensales. Aristófanes explica el mito del andrógino. Antes había tres sexos, el masculino, el femenino y el andrógino, compuesto por seres dobles. Estos últimos eran fuertes, inteligentes y amenazaban a los dioses. Para someterlos, Zeus decidió dividirlos. Desde entonces, las mitades separadas andan en busca de su mitad complementaria.

El mito despierta en nosotros resonancias profundas: somos seres incompletos, y el deseo amoroso es perpetuo deseo de completarnos.
Pero el centro del banquete es el discurso de Sócrates. El filósofo relata a sus oyentes una conversación que tuvo con una sacerdotisa extranjera, Diotima de Mantinea.

Diotima dice que Eros no es un dios ni un hombre, es un demonio. Lo define la preposición entre: en medio de esta y la otra cosa. Su misión es comunicar y unir a los seres vivos. Tal vez por esto lo confundimos con el viento y lo representamos con alas. Ha nacido de la unión de Poros, el recurso, y Penía, la pobreza. A su doble parentesco debe su condición de deseado y de deseante. Eros no es hermoso: desea la hermosura. El amor nace a la vista de la persona hermosa. El amor es una de las formas en que se manifiesta el deseo universal.

Pero Diotima previene a Sócrates: el amor no es simple. Su objeto tampoco es simple y cambia sin cesar. Todos los hombres desean lo mejor, comenzando por lo que no tienen. El deseo de belleza es también deseo de felicidad, y no de felicidad instantánea y perecedera, sino perenne. Diotima va más allá: si lo que amamos es la hermosura ¿por qué amarla sólo en un cuerpo y no en muchos? Y si la hermosura está en muchas formas y personas ¿por qué no amarla en ella misma? ¿por qué no ir más allá de las formas y amarla en ello que las hace hermosas: la idea?

Diotima ve al amor como una escala. Abajo, el amor a un cuerpo hermoso. Enseguida, a la hermosura de muchos cuerpos, después a la hermosura misma, más tarde al alma virtuosa, al fin, a la belleza incorpórea. La belleza, la verdad y el bien son tres y son uno. Aquel que ha seguido el camino de la iniciación amorosa en el orden correcto, percibirá súbitamente una hermosura eterna, incorruptible. El amor es el camino, el camino de la inmortalidad.

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