Kiosco del Negro (Parte VII)

Hay un tipo, q todos los sábados 17 q están soleados, a las 8:23 de la mañana entra al kiosco, pide la cabina numero 2, y espera unos 10 segundos hasta q esta comienza a sonar. Luego pasa todo el día hablando por teléfono sin parar hasta las 21:08, hora en q cuelga el teléfono, sale de la cabina con una libreta azul cielo despejado q no traía consigo con una inscripción en un idioma no conocido por nadie, paga, compra un pucho suelto y se va.

El hombre viene vestido de campera de cuero negra, boina negra tipo golfista, jeans blancos y zapatillas “Topper” de lona blancas.

Se dice q es el delegado de la muerte en la ciudad del Imperio, y q habla todo el día con la parca en persona informándole a quienes le mandó, a quienes todavía no pudo ir a buscar, los q fueron indultados por unos meses a cambio de sus almas y $67; y, dicen, q la muerte le pasa la lista nueva.

También se corre la voz por el barrio q el delegado de la muerte era un desocupado q hizo trato con la muerte para servirle de nuncio. Este tipo de tratos es muy común, sobre todo en lugares donde la muerte tiene viejos amantes a los q no quiere visitar, por lo q utiliza a estos mandatarios a q hagan su trabajo en dichos lugares.

A cambio el delegado recibe una comisión de $1000 por muerto, lo q lo hace una persona con bastante dinero y bastante deseable por las mujeres q codician dicho bien terrenal. Los $67 por conceder más tiempo, son una coima autorizada por la muerte, por el gasto de ir a la casa de la persona, alquilar el traje de muerte, el gas q consume el Fiat 128 gris plata del delegado. En fin por los gastos ocasionados al pedo. Empero, cabe remarcar q estas personas q piden mas tiempo, q venden sus almas y gastan $67 por permanecer mas en la tierra de los vivos, tienen q tener una razón muy especial. Un amor perdido por allí, negocios importantes sin terminar, no tener listo el testamento, y cosas así.

Los empleados del kiosco y “la Gente del Kiosco” han intentado acercarse al personaje, invitarle un mate, hacer algún comentario gracioso, entrar en conversación, pero el delegado no se queda nunca a charlar, quizás porque tiene mucho trabajo, o quizás porque necesite con urgencia el baño después de un día de estar encerrado en la cabina numero 2.